Por estas fechas, uno suele hacer un balance general de lo
bueno y malo que dejó el año. Uno analiza el aspecto económico, amoroso,
laboral, y por qué no deportivo, ya que este último aspecto, ocupa gran parte
de nuestras vidas para aquellos que amamos este bendito
deporte llamado fútbol.
Analizando el año deportivo del
"Gallo", podemos decir que no fue nada bueno. Lamentablemente en
Morón, arrastrar y acumular fracasos, es "moneda corriente". Un año
que dejó más tristezas que alegrías (como "alegrías" podemos citar
mantener la categoría con mucho sufrimiento ante un combinado de juveniles de
un descendido Flandria, y la clasificación al Reducido, luego de 3 años sin
jugar el mismo).
Hace 24 años que la felicidad, alegría,
éxito, como lo quiera llamar, no se da una vuelta por Deportivo Morón. 24 años
que la alegría nos viene "gambeteando" de manera prodigiosa, cual
Diego Maradona a los ingleses en el Mundial de México '86. Muchos son los
factores que incidieron en esta racha negativa que venimos arrastrando desde
hace varios años. Muchos son los "padres" de este "hijo"
llamado "fracaso". Lo malo es que nadie quiere hacerse cargo de sus actos,
y dejan huérfano y a su suerte, a su hijo "fracaso". Por ende el
verdadero hincha de Morón, "paga los platos rotos" y tiene que
padecer al "hijo bastardo" de algunos dirigentes que rigieron
la institución desde hace más de dos décadas.
Yendo al presente, este 2014, dejó
varias cosas por analizar. En el plano deportivo, debemos dividir el año en
dos. En el primer semestre como hecho trascendental debemos mencionar que Morón
logra evitar el descenso con mucho sufrimiento ante el descendido Flandria,
tras la llegada de Salvador Pasini como DT del Gallo, luego de la retrasada
salida de Mario Grana como conductor del equipo.
En la segunda mitad del año, Deportivo
Morón se preparó para pelear por uno de los 3 ascensos que otorgaba la
categoría. El torneo se dividía en dos zonas. El "Gallo" sería
favorecido en el sorteo y ocuparía un lugar en el grupo más accesible de dicho
campeonato: la Zona "B", desprovista de grandes equipos (salvo Platense y Los
Andes, los más fuertes de la zona) que puedan obstaculizar la lucha por el tan
ansiado ascenso. Las ilusiones se ponían de nuevo en marcha
y el corazón del hincha de Morón, empezaba a soñar con el campeonato.
Morón armó un plantel
"competitivo" para hacerse acreedor de uno de los ascensos en juego.
Como siempre y una vez más, los corazones de miles de gallos, volverían a
sufrir un nuevo desengaño.
El equipo no empezó nada bien el torneo,
tal es así, que Salvador Pasini, tuvo que dejar su cargo como DT del equipo,
debido a que el plantel que él mismo conformó, no le "respondía" a la
hora de salir al campo de juego. El encargado de revertir la pálida imagen del
conjunto del Oeste, sería un viejo conocido de la institución: Blas Armando
Giunta.
De la mano de Giunta, Morón experimentó un
crecimiento futbolístico importante, que invitaba a soñar con el ansiado
ascenso, olvidado apenas unas fechas atrás.
Hay una famosa que frase que alude
a principios de la física que dice lo siguiente: "todo lo que
sube debe bajar". Lamentablemente fue así, ya que el rendimiento del
equipo mermó considerablemente. Los hechos que causaron tal deterioro no fueron sólo a nivel futbolístico. Lo grupal fue determinante a la hora de buscar una
causa a este "bajón".
Todo comenzó con el famoso y triste
"papelón boxístico" entre Gastón Montero y Jonathan Páez (no importa
quién pegó primero ni el porqué de este vergonzoso hecho), en el Claudio
"Chiqui" Tapia, donde el local Barracas, le "haría precio"
a un "desplumado Gallo", producto de tres expulsiones sufridas ante
el conjunto porteño. Desde aquel triste episodio, el equipo no volvería a ser
el mismo, luego de un comienzo prometedor tras la llegada de Blas Guinta. El
rendimiento futbolístico no era nada bueno, tal es así, que se lograría la
clasificación al Reducido con mucho sufrimiento, por diferencia de 1 gol a
favor, en detrimento de Villa San Carlos, con la misma cantidad de puntos, pero
menor cantidad de goles que el "Gallo".
La alegría duró poco, ya que la
participación de Morón en el Reducido fue tan efímera como el paso de una
estrella fugaz en el firmamento. El rival encargado de decir adiós a la
"ilusión Nacional", fue Tristán Suárez. El "Gallo", quedó
eliminado por penales tras igualar sin goles ante el conjunto
"Lechero". Por cierto, ninguno de los encargados de ejecutar desde
los 12 pasos, lograría efectuar un disparo decente.
Dicho partido, tuvo otro hecho
trascendental. La negativa por parte de Damián Akerman, de jugar tal encuentro,
aduciendo una lesión que lo venía aquejando desde hace algún tiempo. Esto
produjo un quiebre entre Blas Giunta y el goleador histórico del
"Gallo", tal es así que ambos salieron a exponer los "trapos
sucios" en los medios de comunicación, acusándose el uno al otro.
Peleas entre compañeros en medio de un
partido, declaraciones explosivas entre el DT y el jugador emblema de Morón,
malos resultados, todo este conjunto de hechos desgraciados provocaron un nuevo
fracaso (y van...), algo con lo cual venimos familiarizados desde hace varios años. Para
colmo de males, no sólo lo futbolístico afectó a la institución, sino también
el grave déficit (estimado en no menos de 8 millones de pesos) que aqueja a la misma desde hace
tiempo.
En fin, en un año para el olvido, otra vez
volvemos a ser rehenes de la Primera "B" Metropolitana (próxima a llamarse Torneo
Metropolitano 'A'), como desde hace casi 15 años.
Para estas fiestas venideras, cuando
llegue el momento de levantar la copa, brindemos y pidamos por una institución
democrática, donde el socio y verdadero dueño de la misma, tenga el espacio y
respeto que se merece, por una institución saneada económicamente, y por el
ansiado, postergado y retrasado ascenso. Es hora que la felicidad se de una
vuelta por Morón. Lo deseamos de todo corazón...
¡Salud, Gallo querido!.
Por: Marcos Ruiz, para "Club Deportivo Morón, 'el Gallito'" (Blog y Facebook).