Y Morón se quedó sin Reducido.
De la peor manera, de local, ante su público que colmó una vez más el Nuevo Francisco Urbano, frente al anteúltimo del torneo, que se jugaba el descenso y con el que perdió también en la primera rueda, cuando le alcanzaba con sumar un punto y lo estaba haciendo, pese a lo mal que jugara en todo el partido, hasta que en la última pelota de la tarde, la visita se llevara un triunfo "heroico" y a Morón afuera de todo.
Y es que este Morón, que cosechó apenas cuatro puntos de los últimos dieciocho y que no pudo ganar desde el 3 a 2 ante Defensores de Belgrano, en el mismo escenario de la desilusión enorme de esta tarde, se fue paulatinamente "desinflando", justo en el "sprint final", esto es, la etapa más crítica y definitoria del campeonato, mermando no sólo el rendimiento individual y colectivo, sino ingresando en una zona de descontrol emocional, precisamente cuando mayor nivel de aplomo y templanza debió haber mostrado, tanto es así que terminaría como el equipo con mayor cantidad de expulsados, dejando en evidencia la indisciplina que lo condicionara en las fechas decisivas, por ausencias evitables y en algunos casos hasta repetidas.
En este sentido, toma especial relevancia un hecho que en su momento, pasara prácticamente inadvertido, al influjo de los buenos resultados y el mejor andar de conjunto, desde la llegada de Fabián Nardozza.
Nos referimos al alejamiento del psicólogo del plantel, Carlos Lionti, quien había hecho un gran trabajo y tuvo un papel preponderante en algunos momentos críticos, en campañas anteriores, con Lucas Bovaglio y luego con la "dupla", Alejandro "Chiche" Migliardi y Joaquín Iturrería.,
En contraposición, la escasa importancia que le otorgara el actual cuerpo técnico, al trabajo del psicólogo del plantel, habría de impulsar (lógicamente) a Lionti, a buscar nuevos rumbos, donde fuese valorado en su labor, acompañiento profesional que hubiese resultado de significativa importancia, en este tramo final del torneo, en el que los jugadores parecieron perder la línea, desde lo emocional, para verse superados por las ansiedades de disputar, primero, nada menos que alcanzar la final por el primer ascenso y luego, asegurar la clasificación al Reducido, conviviendo en el medio, con las obligaciones y las pulsaciones de cada partido definitorio, sumadas a la intervención del factor arbitral, ya convertido en una auténtica vergüenza para nuestro fútbol, en especial del ascenso, donde no existe el VAR.
Como sea y por las razones que fuesen, hoy Morón se quedó con las "manos vacías" por demérito propio, ya que defeccionó en los partidos que debió aparecer, por juego o temperamento, como frente a San Telmo, donde fue superado por su necesitado rival, en la mayor parte del encuentro y jamás supo suplir su reiterada falta de ideas, por la tranquilidad de saberse "adentro" con apenas un punto, para trasladarme la presión y la mayor responsabilidad a su rival. Todo lo contrario, el que volvió a jugar apurado y nervioso fue el Gallo, aún luego de conseguir el empate "salvador", a falta de poco más de diez minutos para el final del partido.
Un equipo sin ideas y sin los referentes dentro de la cancha que supieran manejar los tiempos del encuentro, cuando tenía todo para ganar, a base de empuje y aprovechando el bajón anímico de un rival, que sabía que estaba descendiendo, para incluso aspirar a terminar en el cuarto lugar de la zona (para jugar de local y con ventaja deportiva), pero de nuevo y como en todo el torneo, pagó caro por última vez, otra desatención defensiva, en el tercer minuto agregado: de un tiro de esquina desde la deecha, una pelota que cae en medio de una "marea" de camisetas, propias y ajenas, pero el que alcanza a desviarla es Héctor González, el primer central de San Telmo, para empujarla al gol "salvador", ante un Morón sin reacción, como en el transcurso de los 90 y pico de juego.
En simultáneo, Flandria que ganaba uno a cero su "final", en Jauregui, frente a San Martín de San Juan, también en el descuento y con las malas noticias procedentes de Morón, tal vez se resignó y permitió que la visita alcanzara un agónico empate, que no modificaba su destino de descenso directo, pero sí el del Gallo, que con ese tanto sanjuanino se quedaba afuera del Reducido.
En realidad, Morón se fue quedado afuera del Reducido mucho antes, en cada uno de los últimos seis partidos en los que le costara muchísimo sumar y pese a no hacerlo de a tres, a fuerza de empates (méritos al margen), el plafón de puntos que traía le permitía mantenerse sostenido en los puestos de clasificación, pero incapaz de confirmarlo con una victoria que además apuntalara las ilusiones de ascenso.
Morón se quedó sin Reducido. Y de la peor manera.
En la fecha de cierre, de local, con el aliento de su gente, frente al anteúltimo del torneo y la última "bola" de la tarde en el Oeste.
Un equipo difícil de catalogar, que en un torneo tan extenuante de 38 jornadas, comenzó preocupando con el descenso o la promoción, con los que "coqueteara" durante casi un tercio de campeonato y que con la llegada de Fabián Nardozza en la dirección técnica, se retemplara en el ánimo y en el juego, tanto para ilusionarnos con la final por el primer ascenso y más tarde, con la clasificación al Reducido.
En definitiva, dicha clasificación al Reducido, parecía tan increíble en aquellas primeras fechas en el fondo de la tabla, como este final de campeonato con las "manos vacías", cuando hace seis jornadas, durante 45 minutos del polémico partido en Río Cuarto, Morón quedaba con el triunfo parcial, como único líder de su zona.
Se podía quedar afuera?, claro que sí, esto es fútbol y el rival también juega, máxime cuando está peleando la permanencia.
Pero lo que duele es la forma.
Game over (también de "Copa Argentina" 2024).
@elgallogustavo.
📸: Deportivo Morón.