Sabido es que, en el fútbol, existen tres resultados
posibles: los partidos se pueden ganar, empatar o perder. Por desgracia, en
este torneo tan atípico y dramático para los hinchas del Gallo, el Deportivo
Morón parece haber asimilado una nueva categoría a las ya conocidas, la cual ha
decidido poner en práctica, durante varios pasajes de la presente temporada,
por lo menos, hasta la actual fecha 15º: nos referimos a los cotejos
“regalados”.
En efecto, ya sea a partir de disposiciones tácticas
erráticas, modificaciones nominales cuestionables en el transcurso de los
encuentros o irresponsabilidades de algunos de los protagonistas dentro de la
cancha, el Gallo ha venido dilapidando puntos vitales, en su lucha primigenia
por mantener la categoría que, en especial durante las últimas fechas, le han
impedido recortar la distancia que lo separa de los equipos que lo anteceden en
la tabla de los promedios; a la vez que sí le permitiesen mantenerse expectante
y hasta líder, en la otra tabla, la de posiciones, merced a un torneo de la “B”
Metro que de tan parejo y mediocre, hoy ofrece generoso, sueños de ascenso a
casi todos sus participantes, con nada menos que 18 conjuntos en poco más de
seis puntos.
Esta tarde de martes, y tras el trabajoso aunque merecido
triunfo ante el “Cartero”, el Deportivo Morón tenía la ocasión de seguir
engrosando su flaco promedio con nuevas y necesarias unidades, nada menos que
en choque de punteros, dado que debía visitar a un irregular Atlanta, que había
ganado un único partido en el “León Kolbowsky” (con un sólo gol, el del triunfo
por la mínima, ante el “Pincha” de Caseros) y a pesar de ello, sin embargo
exhibía credenciales de líder, al igual que el Gallo.
Y el partido se plantearía parejo y de mediocre desarrollo,
como todo el torneo, con varios pasajes de control de balón y del campo de
juego, por parte del Deportivo Morón, a partir de la ratificación de los buenos
momentos que atraviesan sus dos volantes centrales, Martín Granero y Dante
Zúñiga: el primero aportando el quite y el timming necesarios para cortar circuitos
ajenos y recuperar la pelota, para dar inicio a los propios, así como el
segundo generaba de lo poco visto en materia de fútbol, en la tarde de Villa
Crespo, con su claridad y panorama habituales.
Claro está, que habría de notarse una ausencia más que
sensible, en este Morón de mucho sacrificio y pocas ideas, dada la baja
obligada de Gerardo Martínez, quien en más de un encuentro, aún con sus
intermitencias a cuestas, ha sabido destrabar partidos tan cerrados, como ante
el “Bohemio”, a partir de sus toques de calidad, en algún pase en profundidad
para los delanteros, o por la puntería de su notable pegada de media y larga
distancia, para abrir con algún golazo de tiro libre, varios cotejos que tenían
destino esquivo para el Gallo, más allá de los ocasionales merecimientos.
Así las cosas, sin Gerardo, toda la responsabilidad a la
hora de la generación de ideas futboleras, estaría depositada, una vez más, en
los pies de un Esteban González que insinúa más de lo que concreta; pero que,
sin embargo, constituye ese jugador distinto que, a pesar de sus lagunas,
alberga la esperanza de ese pase en cortada o ese centro preciso, que genere la
jugada de peligro, que finalmente tuerza a favor partidos como el de esta
tarde.
Lástima que, para intentar ganar un partido, primero es
menester generar alguna situación de riesgo, cosa que Morón, a excepción del
último cotejo ante “Comu”, ha producido menos que a cuentagotas, sumándose a
ello, el bajísimo nivel por el que atraviesa Damián Akerman, quien aún no ha logrado
hallar el camino de regreso, que lo reencuentre con la su gran amiga la red y
le llene (y nos llene) la boca de gol, de una vez por todas, en este nefasto
campeonato, desde los personal.
Lo que reduce drásticamente, nuestras alternativas
goleadoras (sin la puntería de Gerardo Martínez), a la inspiración de un
Mariano Martínez, que dentro del área ha dado muestras de su importancia (con
cuatro tantos en su haber), al igual que, fuera de ella, ha evidenciado lo poco
y nada que pesa. Sin contar que, al igual que varios de sus compañeros, no ha
logrado adquirir una regularidad en su rendimiento, que lo convierta en un
jugador determinante, en todos los encuentros, registrando cotejos de un alto
nivel y otros, como frente al “Bohemio”, donde pareciera desconectado y un
simple caminante de la cancha.
Para colmo, este Morón tampoco logra obtener regularidad
desde las bandas, con dos carrileros rápidos y desequilibrantes, como Mariano
Barbieri y Gastón Sánchez, que también han prometido más de lo generado, a
quienes se los nota atados o tal vez incómodos con alguna faceta de juego,
puesto que no han logrado consolidarse, por lo menos a la fecha, ni como
alternativa de llegada ofensiva por sorpresa, ni de relevo oportuno y salvador
en defensa. De hecho, todo lo bueno que había insinuado el “Polaco”, en los
primeros encuentros (con pases gol incluidos), hoy se han convertido en
espasmos intermitentes, durante lapsos cortos de algunos partidos. Por el lado
de Barbieri, el de mejor rendimiento, en las últimas jornadas, con especial
hincapié en el triunfo ante Comunicaciones, la pobre actuación frente a
Atlanta, constituye un retroceso en su rendimiento, más parecido al jugador
inexpresivo de las fechas iniciales, que se empecinaba en la individual y
equivocaba o demoraba los caminos y pases, para perder la pelota en sectores
sensibles del campo, propiciando contragolpes evitables de los rivales.
En defensa, y hasta el derechazo de otro partido, que el
recién ingresado, Lucas Nanía, inflara la red de “Chiche” Migliardi, para darle
al local un triunfo, que minutos antes, once contra once, parecía complicado
para los del “Gallego” Sebastián Méndez, la última línea del Gallo se había
mostrado segura y no había pasado demasiados sofocones; a la inversa de lo
sucedido en el triunfo frente al “Cartero”, con la única preocupación de Marcos
Godoy, bien controlado entre Ariel Berón y su tocayo, Otermín, completándose
con otro buen partido de Emiliano Mayola y de un Migliardi que tuvo pocas, y
esas pocas supo y pudo conjurar.
Hasta que este Gallito urgido de puntos y resultados
positivos, y sin embargo, solidario con causas perdidas y en especial, ajenas a
las necesidades del propio Morón, decidiría desde el banco el ingreso de
Gonzalo Juárez, en lugar de Gastón Sánchez, aún con ’25 del complemento por
delante, y en el marco de un partido chato y aburrido (como todos los de este
torneo), pero controlado y hasta ganable, de iluminarse alguno de los
intermitentes dotados y ausentes sin aviso de la visita.
Y este cambio defensivo, que con algo de lógica (discutible,
pero lógica al fin), procuraba desde la concepción del cuerpo técnico de Morón,
armar una línea de cuatro en el fondo, para asegurar el punto, por si las ideas
propias no fluían hasta el final del partido, y la voluntad ajena pudiese
arrimar algún tipo de peligro, se convertiría en un boomerang, cuando con
escasos siete minutos en cancha, el mismo Gonzalo Juárez se hiciera expulsar
absurdamente (una vez más), en su irresponsable intento por anticipar un balón
en mitad de cancha, sin el timming ni la velocidad física y mental necesarias; lo
que determinaría que adelantara demasiado, un anticipo defensivo evitable y,
segundos más tarde, una entrada con ambos pies hacia delante, en un intento
desesperado por no perder un balón inútil, en una zona del campo ridícula.
Con la roja de Gonaldi consumada, y ya sin Juárez en el
terreno, el encuentro que se avizoraba controlado y hasta ganable, minutos
antes del ingreso del ex Acassuso, modificaría drástica y definitivamente su
curso, puesto que el hombre de más, con alrededor de ’20 por jugar, se
transformaría en una inyección anímica para este mediocre único líder
(Atlanta), de esta paupérrima temporada de la “B” Metro; hasta desembocar en el
gol de otro partido de Lucas Nanía, con escasos segundos en el campo de juego,
y el triunfo final sobre una visita, incapaz de reaccionar, tras haber
resignado desde el propio banco de los suplentes, la alternativa del triunfo
necesario, en primera instancia, y de la recuperación y el posible empate, en
segundo y último término.
Porque, por desgracia, y justo en el presente torneo de la
“B” Metro, donde cada triunfo es oxígeno para el Gallo, este Deportivo Morón ha
decidido solidarizarse con algunos rivales y a las alternativas naturales del
juego, agregarle de motu proprio, una nueva y peligrosa variante de resultado
posible: el partido “regalado”.
En un campeonato sin margen, no se pueden otorgar ninguna
clase de ventajas. Y hoy, desde el banco de los suplentes, hay decisiones y
variantes que nos suicidan de a poco. Lamentablemente.