Con un segundo tiempo "angelado", brillante y contundente, de esos para atesorar en un "cuadrito", el Deportivo Morón se regaló y le obsequió a la multitud que lo acompañara al "José María Minella", un triunfazo de esos que permanecerán por mucho tiempo en el corazón y las retinas de sus hinchas, en su primer partido oficial frente a Alvarado y en el propio estadio mundialista de Mar del Plata.
Luego de una primera etapa, donde el local se retiraría a los vestuarios con una justa victoria parcial, ante un Morón de flojo desempeño, que no hallaría solución a la presión y la intensidad ejercidas por el equipo conducido por Juan Pablo Pumpido (hace meses, "casi" técnico del Gallo, en aquellos meses de incertidumbre y angustia por la permanencia, en el torneo pasado), con escasa posesión del balón, sin profundidad ofensiva y algo que no ocurriera en igual medida, en los dos partidos precedentes, muchas dudas en su última línea, el desarrollo de la contienda se manifestaba más que esquivo para los de "Cacho" Sialle, hasta que el "descanso" del entretiempo marcara un punto de inflexión, tanto en el juego colectivo como en el rendimiento individual de la visita.
En efecto, en los primeros '45, Alvarado mostraría lo mejor de su repertorio, incomodando al Gallo en todas las líneas, pero en especial, complicando su salida desde el fondo, que sumado a la ausencia por lesión de Nicolás Ramírez (reemplazado por Diego Tonetto) permitiría que el local manejara terreno y balón, casi a su antojo, sin pasar sobresalto alguno en su propia área.
Así las cosas, ya a los '3 de iniciado, Julio Salvá había impedido la apertura del marcador, con una notable repentización sobre su palo izquierdo, ante el tiro libre de Maximiliano Oliva que tenía destino de red, y sólo un par de minutos más tarde, antes de los '10 del primer tiempo, un mal retroceso defensivo del Gallo, permitiría que Gonzalo Lucero, uno de los más destacados en ese primer tiempo y un problema insoluble para Cristian Broggi, habilitara de cabeza a Germán Rivero, el "nueve" local, que sólo incomodado por la marca de Lucas Pérez Godoy, dentro del área, encontrara el espacio para sacar el derechazo imposible de contener para Salvá, y establecer una diferencia tempranera en el resultado, que con el paso de los minutos, se confirmaría también en el mejor juego del local.
Sin fútbol en el medio, ni claridad en ofensiva (con Esteban Ciaccheri muy solo, como titular, en lugar de Kevin Gissi), por primera vez en el torneo, Morón también "sufriría" el partido en su última línea, hasta la noche del "Minella", lo más parejo del equipo en los dos cotejos precedentes, razón por la cual, el pitazo de Nazareno Arasa, de regular partido, actuaría de igual modo que la "campana" de final de round en el boxeo, para "salvar" a un Gallo vacilante de una derrota peor, en aquél epílogo del primer parcial.
Suele decirse que la "mano" del técnico, se "ve" en el entretiempo y en la generación de cambios a tiempo, pues en la noche del "José María Minella" y en ambos aspectos, "Cacho" Sialle pareció oficiar de "bálsamo", puertas adentro del vestuario, porque la actitud del equipo resultaría absolutamente distinta, aún con un par de minutos de juego del complemento, que se sumaría a la rápida inclusión de Kevin Gissi, para acompañar a un "solitario" Ciaccheri, en procura de torcer una historia que, hasta ese momento, nada tenía de "Feliz" en Mar del Plata.
Y esa "sensación" distinta que ofreciera el equipo, con apenas segundos de juego, comenzaría a manifestarse con claridad meridiana a los '5 del segundo tiempo, cuando un desborde de Fabricio Alvarenga, encontraría la cabeza de Gissi en el área chica, y ante el rebote en el cuerpo de su defensor, los rápidos reflejos del recién ingresado, le permitirían meter un "puntazo" certero de derecha, para poner la "chapa" uno a uno, con otro Morón en cancha, decidido a llevarse por delante a un "Toro" en "rodeo" ajeno.
En los minutos posteriores, el desarrollo del encuentro habría de pegar un giro impensado de 180 grados, donde la visita pasaría a ejercer el dominio territorial y de balón, con la presión alta y la intensidad que el local había impuesto en la primera parte, a partir de la actitud de conjunto, pero también con el crecimiento individual de algunos de sus intérpretes, tales los casos del referido Gissi, y fundamentalmente, de Alvarenga y Mauricio Alonso.
Sobre los '15 del complemento, y en la mejor combinación colectiva del campeonato, la pelota del medio a la izquierda, se prolongaría en la gambeta de Mauricio Alonso, de cuyo botín diestro saldría un centro preciso para la llegada de Alvarenga, por el sector opuesto, que de primera, sin dejarla tocar el piso, le "rompería " el arco a Matías Degrá, arquero local, para el justificado 2 a 1 del Gallo.
Con la mejor "versión" futbolística de Fabricio Alvarenga, desde su llegara al club, demostrando aquellas virtudes por las cuales el "Cabezón" Alejandro Méndez y Walter Pico, lo fueran a buscar a Vélez Sarsfield, a principios de año, con un Alonso intratable por izquierda, sin lugar a dudas, el lugar que mejor le sienta en la cancha, y un saludable entendimiento ofensivo entre Ciaccheri y Gissi, Morón justificaba la diferencia y evidenciaba una "voracidad" por el arco del enfrente, nunca vista en el presente torneo de la Primera Nacional.
Sin embargo, sólo cuatro minutos más tarde, los "huecos" a la espalda del "doble cinco" y la "fragilidad" defensiva, permitirían que un Alvarado confuso y perdido en el campo de juego, recuperara el "aliento", por lo menos en el resultado, cuando de un remate furibundo desde afuera, de Santiago Giordana (con demasiados "permisos" defensivos), la pelota le "quemara" las manos a Julio Salvá, y de cuyo rebote largo, sin pronta respuesta de sus compañeros, otra vez Germán Rivero, por segunda vez en la noche, se anotara en el marcador, para el 2 a 2 parcial, de un segundo tiempo que ya reunía las características de un auténtico "partidazo".
En cualquier otro momento de Morón (en torneos anteriores), un "golpe" como el empate injusto de Alvarado, hubiese determinado una retracción de todo lo bueno que venía realizando, para potenciar nuevamente las virtudes de su rival. Al contrario, en este Gallo de "Cacho" Sialle, el empate impensado sólo habría de repercutir en la "chapa" del resultado, porque la visita no se apartaría de su "libreto" y seguiría siendo mucho más que su rival en el desarrollo del juego.
Por eso, a los '28 del complemento, una excelente combinación, a un toque, entre Kevin Gissi y Esteban Ciaccheri, dejaría de cara al arquero a Mauricio Alonso, que con gran categoría, "picándola" por encima del 1.91 metro del golero local, se traduciría en el merecido triunfo parcial del Deportivo Morón, y asimismo, en un "premio" personal más que justo para alguien que llegara en 2017 y "perseguido" por los infortunios de dos lesiones graves y de largo aliento, decidiera quedarse para "saldar" aquella "deuda futbolística, que comenzara a "pagar" erigiéndose en la figura de la noche marplatense.
De allí y hasta el final del partido, las "flaquezas" defensivas de Morón, traerían aparejados algún susto o "revolcón" de parte de Salvá, hasta que en una gran contra, en el segundo minuto de descuento, otra vez el uruguayo Alonso definiera bajo y junto al palo zurdo de Degrá, para "decorar" el resultado final de 4 a 2, luego que Gissi la peleara hasta recuperarla y en los pies de Ezequiel D'Angelo, debutante ingresado por Ciaccheri, se quitare su marca de encima y colocara un pase gol entre líneas, sencillamente exquisito, para que Alonso "facture" por "duplicado" y el Gallo termine el partido a toda "orquesta", con un segundo tiempo soñado.
Acompañado de manera multitudinaria por su gente, algo que no resulta novedad, pero no deja de admirar, por tratarse de un jueves a las siete de la tarde, Morón se llevaría un triunfazo de "Mardel", con '45 minutos finales "angelados" y contundentes.
En la noche del "Minella", el Deportivo Morón fue "torazo" en "rodeo" ajeno, ante Alvarado y, por algunas horas, las ciudad "Feliz" se convirtió en "Mar del Gallo".
Ahora es tiempo de Belgrano, en el Oeste, aunque como quedara confirmado, una vez más en la Costa Atlántica, Morón nunca es "visitante", sólo que juega de "local", lejos de "casa".
Siete de nueve y '45 minutos para ilusionarse.