La "empatía", vocablo en boga, especialmente en tiempos de aislamiento social y distanciamiento afectivo, como sucede en la actualidad, no es otra cosa que la capacidad del ser humano, de inferir, percibir o COMPARTIR los sentimientos, pensamientos y emociones ajenas, basada en la facultad de RECONOCER al otro como un PAR.
Es precisamente por ello, por la capacidad tan humana y a la vez, tan poco usual de "reconocer" al otro como un "similar", como un "semejante", que la empatía resulta imposible de "comprar" o adquirir de manera espontánea, si no se trae de "fábrica", junto al bagaje personal de sensibilidades y valores "fatto in casa".
En el marco del actual estado de emergencia sanitaria internacional, consecuencia del brote de Covid-19, la pandemia que estamos atravesando como sociedad mundial, pone de manifiesto como nunca antes, las "miserias" personales en su máxima y penosa expresión, o sencillamente, como buen "catalizador" del alma humana, nos deja en evidencia tal y cual somos.
Es así que, en pleno estado de incertidumbre general, sobre la salud, la vida y el bienestar de nuestros seres más queridos y de nosotros mismos, agravado el cuadro sanitario por el impacto económico actual y futuro que genera la "cuarentena", el Deportivo Morón que reabriera parcialmente sus puertas, hace sólo algunos días y únicamente para facilitar el pago de la cuota social, demostraría desde su dirigencia, que la tan en boga "empatía" es un bien escaso en todas las latitudes.
Y es que, en las últimas horas, en el contexto de la "cuarentena" que en nuestro país, ya lleva 55 días ininterrumpidos, la "gestión" de Roque Labbozzetta decidió despedir a dos empleados, luego de poner en práctica distintos mecanismos para exigir que los mismos volviesen a trabajar, pese a no constituir "personal esencial" y por lo tanto alcanzados por los decretos presidenciales que regulan las diferentes actividades en la pandemia, con clubes cerrados y sin "vida" social o deportiva alguna.
Entre los nuevos despedidos, la ausencia de "empatía" se refleja como nunca, en el caso de "Ramona", en la institución desde los tiempos del "viejo" Urbano, y que con enorme sencillez, humildad y laboriosidad, comenzara con tareas de maestranza, para desempeñarse luego en roles administrativos, de manera autodidacta, sencillamente por las ganas de trabajar y mejorar su situación laboral y personal.
Sostén económico de familia, dada la penosa enfermedad cognitiva que afronta puertas adentro de su hogar, nada menos que con su marido, Ramona saldría de vacaciones casi sobre el cierre de las mismas, en marzo último, para viajar a Paraguay, a visitar a su afectos, donde días más tarde la sorprendería como a todos, la propagación del Covid-19, y con él, el cierre de las fronteras en territorio vecino, como complemento de las rápidas medidas sanitarias que adoptara el Estado paraguayo, que al igual que en la Argentina, incluyen el actual status de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (en nuestro país, Decreto de Necesidad y Urgencia -D.N.U.- N°260/2020 de "Emergencia Pública en materia de Sanidad"; D.N.U. 297/2020 de "Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio" desde el 20 y hasta el 31 de mayo, plazo que fuera prorrogado, en primer término, por D.N.U. 325/2020 y luego por D.N.U 335/2020 y más recientemente, mediante D.N.U. 408/2020 hasta el venidero 10 del corriente).
Sin poder regresar, por razones de fuerza mayor y ajenas a su voluntad o previsión, en el lapso que mediara desde la "cuarentena" de marzo, en ambos países, el club la intimaría en su domicilio,vía carta documento (de fecha 24 de abril), a sabiendas de su ausencia, a fin que retornase a su labores habituales, pese a no constituir "personal esencial" y en una institución con sus puertas herméticamente cerradas, por lógicas motivaciones sanitarias.
En los últimos días, mediante un permiso especial del municipio, finalmente el Deportivo Morón lograría reabrir la secretaría, para facilitar el cobro de la cuota social, con la asistencia de buena parte de sus empleados, obligados directa o indirectamente a retomar tareas (salvo los de mayor "riesgo", por razones físicas, más que de edad), aún no tratándose de "esenciales", puesto que de lo contrario, a la hora del cobro de sus salarios en cuotas (desde hace ya bastante tiempo, a los mismos se les deposita cada viernes, con cifras que varían entre los $ 5 mil y $ 10 mil), los que en principio no habían aceptado voluntariamente el regreso a la actividad, percibían la mitad de aquellos otros que sí lo habían hecho y se hallaban en funciones.
Con dos meses de atraso en promedio (pese a los discursos oficiales e impostados, la verdad se halla siempre en los "bolsillos" de los empleados), puesto que entre los sueldos más bajos, aún no completaron marzo y entre los más "altos" (por imperio sólo de la antigüedad, claro está) recién cancelaron febrero, en el caso particular de Ramona, al igual que con "Rubén", se decidiría despedirlos en plena pandemia, cesantías que se suman a otras registradas en los últimos tiempos, como lo fueron en el pasado reciente, "Gisella" y "José".
Así las cosas, este martes y ante la previsible falta de respuesta a la carta documento "de apercibimiento", remitida con anterioridad, a Ramona se le enviaría directamente el telegrama de despido, con fecha 7 de mayo (bajo la argucia legal de "abandono de trabajo"), siempre a sabiendas que no se halla en el país, no por decisión o voluntad propia, sino por la "cuarentena" que rige de manera obligatoria y el cierre de fronteras entre naciones vecinas.
Lo que nadie o muy pocos saben, es que en los últimos tiempos, Ramona ha tenido que vender parte de su propia ropa, que llevara consigo en su viaje, en vacaciones de marzo último, para visitar a sus familiares en Paraguay, y de este modo poder remitirle algo de dinero a sus hijos en Argentina.
Y es que de eso se trata la "empatía", de "ponerse en el lugar del otro" y así compartir las emociones, los sentimientos y los pensamientos ajenos.
Claro que para eso, previamente, es necesario RECONOCER a ese otro, como un PAR.
Entre el silencio "cómodo" de algunos y el "callar" interesado de otros, que seguramente en distintas circunstancias hubieran "puesto el grito en el cielo", pero hoy resultan "parte" de un "todo" que entristece y rebela, los empleados, esos silentes "pares" que muchas veces parece que fueran "invisibles", resultan la única "variable de ajuste" repetida en el tiempo, de un club en que la "empatía" asoma también como un bien escaso.
Los empleados, como Ramona, único sostén económico de su familia, con su dolencia de hipertensión arterial y la angustia inmensa de su marido con Alzheimer.
Los empleados, y esa realidad que tanto molesta que se sepa, como para intentar "disciplinar" torpemente a quien la menciona, por labor periodística, por empatía o por vergüenza.
@elgallogustavo.