¿Qué fue de aquél equipo
contundente y hasta lujoso de las primeras tres fechas y algunos otros breves
pasajes del actual torneo de la “B” Metropolitana, en su temporada 2012/2013;
en la campaña número 23, para el caso particular del Deportivo Morón, que desde
los albores del nuevo milenio, predijo el regreso a la “B” Nacional como un
trámite burocrático y hoy, a más de dos décadas, ha hecho trizas infinidad de
sueños y promesas de campeonato, mientras año tras año resigna prestigio,
esperanzas y dinero, incapaz de decirle adiós definitivo a esta primera “C”
“Premium” que es nuestra pesadillesca “B” Metro?.
¿Qué pudo mediar entre aquél
conjunto apabullante que borró del Urbano a Platense, entonces líder del torneo,
hace exactamente una rueda, para convertirse en el equipo desangelado, apático
y vergonzante de la segunda fase, en la que cosechara diez unidades sobre 45
posibles; en una campaña de descenso directo y sin escalas para reeditar
choques históricos con Excursionistas, Luján o Defensores Unidos de Zárate, que
no se registran desde el último paso del Gallo por la vieja “C”, en 1980, de no
mediar, durante los dos últimos años, la azarosa defección de General Lamadrid
en la temporada 2011/2012 y de Central Córdoba de Rosario y San Telmo, en la
actual, para evitar lo que en condiciones normales hubiese sido un descenso tan
anunciado como merecido, por más que nos duela en el alma?.
¿Cómo puede ocurrir que, los
mismos once que en un cuarto de hora borraran de la cancha a Chacarita y
comenzaran a ganarle dos a cero, con tiempo y espacio para propinarle una
goleada memorable, hayan sido capaces de, sin bajas por expulsiones ni la
intervención de factores extradeportivos, en sólo media hora pasar a caer por 3 a 2 y lo que es peor, tras
acceder al laborioso y merecido empate en tres, a minutos del final, volver a
perderlo, esta vez de manera definitiva, en el descuento de un partido inolvidable
por lo insólito y doloroso; engarzando un nuevo eslabón a la cadena de Florencio
Varela, en el 2005, Español en el Urbano, un año más tarde y otras tantas
tardes y noches de decepciones y fracasos, en que únicamente a nosotros,
parecieran escapársenos finales y partidos decisivos antológicos, con el último
aliento de los encuentros, de manera sistemática y a través de los años?.
¿Cómo resulta posible que este
plantel que se ubica 16º, a 21 puntos de los punteros, Atlanta y Villa San
Carlos, y que se fuera de vacaciones en la séptima colocación, a sólo 8
unidades del “Bohemio”, hilvanando para ello una nefasta y al parecer eterna
racha de diez encuentros sin victorias, con dos empates y ocho traspiés, con
dos puntos sobre los precedentes 30 en juego; presente como último antecedente
victorioso en la temporada, el claro e inobjetable triunfo del pasado 6 de
marzo sobre Instituto de Córdoba, en el Estadio San Juan del Bicentenario, donde
por si fuera poco, diera muestras de un coraje y una capacidad de recuperación,
hoy imposibles de imaginar o menos creer, revirtiendo un resultado adverso de
forma más que merecida, algo que jamás ocurriría en 37 jornadas de la “B” Metro?.
¿De qué manera explicar que, este
equipo que se fagocitó a Norberto Salvador Daniele, uno de los verdaderos
“padres de la criatura”, sin por ello disimular su cuota parte de
responsabilidad en el actual fracaso rotundo del conjunto que él mismo formó, a
partir de su incapacidad manifiesta para acertar el esquema táctico adecuado y
sus mejores interlocutores, tras nada menos que 31 fechas, extendiendo
obstinadamente una partida tan necesaria como demorada, con la anuencia
inverosímil y cómplice de la propia dirigencia; no haya sido capaz de
evidenciar la “primavera” motivacional y de rendimiento que demuestran todos
los equipos del mundo, al momento del cambio de un cuerpo técnico, para en
contraposición, profundizar sus insolubles dilemas futbolísticos y endémicos
complejos emocionales, al punto de conseguir un punto sobre los quince posibles
bajo la conducción táctica de Mario Darío Grana, amenazando al mismo tiempo,
con incendiar “a lo bonzo” a otro ídolo de la institución (esta vez en tiempo
récord), dentro de este Morón que desde hace años, en el banco de los suplentes
y antes que un entrenador, pareciera necesitar un psicólogo, un pastor y un
bombero voluntario, para evitar la auto combustión de sucesivos planteles y
campañas decididamente ígneas?.
¿Cómo hallar una explicación a un
conjunto que, formado para pelear seriamente el ascenso, en virtud no a los
lógicos deseos, sino a los antecedentes recientes e incontrastables de
incorporaciones de jerarquía, con pasados de “B” Nacional y hasta incluso
Primera, y con varias estrellas en sus firmamentos, producto de participaciones
destacadas dentro de vueltas olímpicas ajenas; 37 fechas más tarde, sean esa
suerte de “zombis” que deambulan por la cancha, sin noción táctica, ni ánimo o
siquiera vergüenza deportiva, para lograr torcer una caída libre que nos
compromete tan seriamente de cara a la próxima temporada 2013/2014, donde el
Gallo arrancará en puestos de descenso, junto a Defensores de Belgrano y
distante a doce puntos de Barracas Central y catorce de Tristán Suárez, en un
torneo que seguramente deberá albergar una campaña de campeón, para evitar lo
peor, con el agravante de haber reducido el margen de error a menos de la
mínima expresión?.
¿De qué forma justificar que,
este plantel que implica una erogación mensual tres veces superior a la que
conllevaba el mantenimiento del paupérrimo equipo de la temporada 2011/2012,
con sus emolumentos al día, concentraciones con todas las comodidades y
pretemporadas en predios y hoteles de categoría, a diferencia de aquella
impresentable plantilla profesional de la anterior campaña, que soportara cinco
meses sin cobrar su sueldo y la acefalía casi total de dirigentes, a punto tal
que la pretemporada marplatense la organizase y casi pagase de su bolsillo, el
propio recién llegado “Gato” Daniele; haya conseguido a la fecha sólo cinco
puntos más que ese conjunto vergonzante para nuestra historia, pero que sin
embargo y en su defensa, suplían con una voluntad encomiable las siderales
diferencias de antecedentes y categoría de protagonistas, entre un equipo y el
otro?.
¿Cómo comenzar a entender las
razones que han llevado a un plantel profesional a tamaño bajón futbolístico y
anímico, que hoy amenaza con generalizar la “metástasis” hasta el final del
presente torneo, y no ofreciendo, por el contrario, mínimas razones objetivas y
comprobables para confiar en una recuperación de la vertical, al menos mínima;
para que la actual “hemorragia” de puntos no se extienda durante los cinco
partidos que restan, tres de los cuales tendrán lugar en el Francisco Urbano,
en un injusto y deslucido adiós dentro de la cancha, solamente reivindicado en
el fervor del afuera, más presente que nunca en esta coyuntura sombría, pero que
a pesar de la pasión sin límites, torna aún más melancólicamente amarga la
partida de nuestro viejo y entrañable estadio?.
En definitiva, tan sólo se trata
de un puñado de preguntas retóricas, cuyas respuestas intuimos, pero que en
rigor de verdad, quisiéramos saber con meridiana precisión y sin embargo
desconocemos.
Con todo, aquello que no podemos
desconocer y, en su caso, hoy excede el marco de una simple presunción, resulta
el hecho de saber a ciencia cierta, cuál ha sido la constante que emparenta y
atraviesa como una línea de tiempo, el fracaso inapelable del actual plantel,
con la sucesión eslabonada de frustraciones, promesas incumplidas y sueños
rotos, a través de 23 años de desatinos repetidos en la selección de jugadores
y cuerpos técnicos, que han llevado al Deportivo Morón al borde de un retroceso
de más de tres lustros en su historia futbolística, de consumarse en lo mediato
un impensado y evitable descenso a la primera “C”.
Pero mientras “aquellos, los de antes”, sigan siendo “hoy, los de entonces”, quizá deberíamos comenzar a
“amigarnos” con la idea de reeditar viejos duelos con Excursionistas, Luján o
Defensores Unidos de Zárate, a sabiendas que a iguales recetas, los resultados
serán indefectiblemente cada vez peores.
Ojalá, por el bien del Gallo y de
nosotros mismos, haya alguien que se anime a cambiar la historia, comenzando por los
nombres propios.
Se dieron cuenta que de Bongivani a esta parte cada tecnico que pasó hizo menos % de puntos que que el anterior?
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