Al cabo de una seguidilla de partidos importante y en su tercer encuentro en poco más de siete días, el Gallo recibía a Deportivo Riestra, único escolta del solitario líder, Brown de Adrogué, con la obligación de redimirse rápidamente de la derrota en Caseros, y fundamentalmente, volver a sumar de a tres, por segunda vez en el campeonato.
Con las dudas que trajera aparejado, el soportar cinco goles en los dos partidos precedentes, el once de Blas Armando Giunta debía recuperar la "memoria" defensiva, a la vez de reestablecer algunos rendimientos individuales en su última línea, en coincidencia con una mejora ostensible en el funcionamiento colectivo de una vulnerable defensa del Gallo.
Sin embargo, y bajo un sol abrasador y un calor agobiante, producto de un nuevo desatino de los burócratas de la APreViDe, la tarde de miércoles comenzaría con los mismos fantasmas defensivos, que propiciaran los descuentos de Almirante y la ráfaga de Estudiantes para dar vuelta el último cotejo: a dos minutos de comenzado el encuentro, Sebastián Soto ejecutaría con precisión un tiro libre desde la izquierda, que sorprendería a Sebastián Peratta adelantado y frío, para colocarla por encima del arquero del Gallito, con destino al primer grito de la visita.
Sin tiempo para merecimientos, Morón tardaría algunos minutos en recuperar la vertical, perdida desde el vestuario, hasta que Gerardo Martínez comenzara a manejar la circuitos futbolísticos en el medio, con el aporte siempre lúcido y criterioso de Federico Domínguez, para intentar juntarse con Leonel Altobelli, a quien le tocaría "bailar con la más fea": la marca pegajosa y siempre al límite del reglamento, de Gonzalo Peralta.
Y sería precisamente, Federico Domínguez, quien le devolviese algo de tranquilidad al público del Gallo, cuando tras un tiro de esquina de Gerardo Martínez, repelido con los puños por Gustavo Ruhl, habría de ser capitalizado por el polifuncional volante de Morón, quien con una precisa volea de derecha, desde afuera del área, volvería a dejar los cosas empatadas.
Sin jugar bien, pero con actitud y constancia, el Deportivo Morón comenzaría a adueñarse de las acciones, a partir de la prodigalidad en el medio de Cristian Lillo, y una mayor participación ofensiva de Cristian Yassogna, por cuya banda habrían de generarse los mayores desequilibrios, producto también del adelantamiento, siempre con peligro, de un recuperado Rodrigo Lemos.
Y cuando todo hacía prever que el desnivel del Gallo estaba al caer, ante las debilidades manifiestas de la defensa visitante, nuevamente el destino obraría a favor de los "hombres de negro" de Deportivo Riestra: nuevo centro desde la izquierda, otra vez a cargo de Sebastián Soto, y Gonzalo Peralta que logra sacar provecho, tanto de las licencias en la marca, otorgadas por Ariel Otermín, como del excesivo estatismo de Sebastián Peratta, para con un preciso frentazo, volver a adelantar a la visita, sobre los '39 del primer tiempo.
De allí y hasta el final de la etapa, el partido habría de situarse, varias veces, en el límite de la desnaturalización y el escándalo, responsabilidad compartida, entre un deplorable y permisivo Carlos Stoklas, y un once visitante que habría de abusar del juego brusco y de las actitudes antideportivas, como sistema pergeñado desde el banco de suplentes.
En efecto, desde la exacerbación desembozada, del recurso de la pérdida de tiempo en cada saque de arco, pasando por foules descalificadores y codazos para todos los gustos, la visita intentaría mantener la ventaja parcial, procurando "sacar" del partido a los jugadores del Gallito, con especial hincapié en Gerardo Martínez, quien debiera soportar hasta un improvisado "tacto rectal", de un rival, ante la pasividad inaudita de Carlos Stoklas y sus asistentes (en este punto, mérito extra para la templanza del "diez" del Gallo, quien en otro momento de su vida, hubiese reaccionado violentamente y dejado al equipo con un jugador menos).
Ya en el complemento, el Deportivo Morón saldría a presionar más arriba a la defensa rival, con la obligación de dar vuelta el resultado como premisa, aunque el verdadero quiebre en el desarrollo del cotejo, se produciría sobre el cuarto de hora del segundo tiempo, con el ingreso de Javier Pérez por Adrián Peralta, para que Leonel Altobelli tuviese compañía en ofensiva, y los "lanzadores", Gerardo Martínez y Federico Domínguez, mayores opciones de pase en el área visitante.
De hecho, y en tan sólo un par de minutos, el recién ingresado Javier Pérez, generaría más desequilibrio en el área de Riestra, que el resto de sus compañeros en los '60 anteriores, encarando vertical y jugándosela en el mano a mano, para desnudar aún más, las enormes limitaciones de una defensa visitante, que ya no sabía cómo controlar el empuje de los hombres del Gallo.
Así las cosas, un par de minutos más tarde, y luego de un centro desde la izquierda, de un punzante e incansable Leonel Altobelli, Javier Pérez dominaría el balón en el área contraria, para luego encarar directo al arco, maniobra interrumpida con una fortísima y torpe falta: penal y posterior igualdad para los de Blas Giunta, a partir de otra acertada ejecución de Gerardo Martínez.
A esta altura del partido, había un sólo equipo en cancha y ése era el Gallito, mejorando ostensiblemente su fútbol y su rendimiento colectivo, con una actitud de búsqueda más decidida, a partir del adelantamiento de Yassogna, para buscar el desequilibrio por derecha, la profundidad de Domínguez por la banda opuesta, y hasta el adelantamiento de los laterales, Lemos y Otermín, en procura de un desnivel que no tardaría en llegar: sobre los '27 y luego un centro de Rodrigo Lemos, Gustavo Ruhl no lograría retener el envío, y tras otro intento de despeje, bien atorado por Pérez, la pelota derivaría en Yassogna, quien pegándole de arriba hacia abajo, para "matar" el efecto que traía el rebote, y casi cayéndose, anota el tercero de la tarde para el Gallo, que pasaba a ganar el encuentro de manera más que merecida.
Tras la expulsión del lateral derecho de Riestra, Leandro Moreyra, por doble amarilla, el Gallo no sólo que justificaría la ventaja, sino que apostaría a alguna contra que definiera el pleito. Claro que esto es Morón y si no se sufre, pareciera que no valiese, como el remate de gol que evitaría el retroceso generoso de Cristian Yassogna, cuando el delantero visitante se aprestaba a definir en la puerta del área, para amargarle la tarde de miércoles a todo el Oeste.
A falta de un minuto y con toda la visita en terreno local, una buena contra de Morón, dejaría cara a cara, a Leonel Altobelli con el arquero rival, jugando de "líbero" en mitad de cancha, para que el incontrolable delantero del Gallo dejara "desparramado" a Ruhl, y se encaminara en soledad, en una larga corrida, hasta debajo del arco de Riestra, para abrochar el 4 a 2 y desatar el delirio en el Pueblo del Deportivo Morón.
Con mucho por corregir aún, en especial en defensa, el Gallo supo sobreponerse a sus propios errores y a una doble desventaja en el primer tiempo, para darlo vuelta en menos de media hora y, en igual lapso, justificar la victoria y hasta la diferencia final.
Con carácter, actitud y algo de juego asociado, en particular, durante el complemento, este Morón de Blas Giunta dio señales contundentes de vida y dejó en evidencia que, por este mismo camino, sólo necesitaría de un valor adicional para aspirar a pelear bien arriba: equilibrio.
Sin lugar a dudas, por oportunidad y desarrollo..., tres puntos "energizantes".
Gustavo Adrián Requelme.
@elgallogustavo.
Foto: gentileza, Leonela Albañir.
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