En la previa, y entre los íntimos, debemos confesar que aventurábamos un martes inolvidable: "ganamos con un gol de Leonel Altobelli", vaticinamos, no sin caradurez, para completar que, a primera hora del día, el clima le había hecho un "guiño" cómplice a nuestro entrenador, con una tormenta matinal que podría beneficiar al Deportivo Morón, a partir de un terreno de juego en buenas condiciones, pero lo sutilmente pesado y más lento para que el Gallo, a priori, ingrese al mismo "ganando medio a cero".
En definitiva, lo que sobrevendría más tarde, en un Nuevo Francisco Urbano con las galas de ocasión y repleto de "bote a bote", con un marco de fiesta único, como sólo el Pueblo del Gallo es capaz de hacerlo, volvería a recordarnos una vieja frase cinematográfica, tan cierta como elocuente, dentro y fuera de los sets de filmación: "La realidad supera a la ficción".
Y es que en esta película en la noche de Morón, donde no faltarían la acción, el suspenso y, desde luego, la intriga y el dramatismo del final, el Deportivo Morón recuperaría a su figura estelar, con una actuación consagratoria, que además de reponer su faceta de auténtico crack, nada menos que en tamaña escena, habría también de ungirlo con los óleos propios del héroe colosal.
Porque, en su partido 100 con la camiseta de Gallito, Gerardo Daniel Martínez (pues de él se trata) redondearía una actuación fantástica (de esas, como para guardar por siempre en las retinas), coronando su destaque con un gol de penal, previo a la ovación final y de pie de todo el arrobado público presente, que habría de homenajear tamaña performance, rompiéndose las manos en merecidos aplausos.
Al mismo tiempo, y más allá del héroe de la noche, este filme impensado en el "Teatro de los Sueños" del Nuevo Francisco Urbano, contaría también con un reparto acorde a las circunstancias, con un Víctor Leonel Altobelli inspirado, a pesar de su "solo" de punta, erigiéndose en un "Gladiador" intratable a lo largo de este historia, provocando desequilibrios constantemente (como en la jugada del penal) e inaugurando la noche de emociones, con un verdadero golazo, de gran factura individual, para abrir el camino de "Víctor... Victoria".
Cerca, muy cerquita en el podio de los principales actores de reparto, Federico Domínguez, corrido esta vez hacia el medio, en ausencia del capitán "herido", Damián Ezequiel Toledo, construiría una actuación formidable, con un primer tiempo para el aplauso sostenido, a partir de un sacrificio encomiable, para cortar y controlar todos los circuitos futbolísticos del rival, (donde el visitante sostiene sus mejores argumentos en oposición), sin resignar por ello, la capacidad de erigirse en la primera opción de pase claro ofensivo, y mientras durase el aire, hasta alguna proyección de peligro, procurando asociarse al debutante Adrián Maximiliano Peralta (de gran pegada en pelotas paradas) y acompañar al "Llanero Solitario" Altobelli.
Claro que, en esta función de repliegue, quite, control y cobertura de espacios libres, Federico Domínguez contaría con un compañero de enorme entrega y despliegue físico, como Cristian Damián Lillo, quien en particular y durante '65 de juego, habría de maniatar a uno de los "villanos" de la película, como Román Díaz, anticipándolo permanentemente, en buen y sincronizado tándem con Domínguez, para que el "Loco" de la visita no pudiera manejar los hilos del encuentro y, al mismo tiempo, coadyuvar en el nerviosismo tradicional del "diez" de Almirante que, de no ser por la tibieza de Ignacio Lupani, debió haber sido expulsado a los '25 del primer tiempo.
Pero como suele suceder en esta clase de filmes, a cada héroe le corresponde su "Contracara", es decir, su villano, y en el caso de Almirante Brown, los "Villanos Favoritos" de Isidro Casanova, resultarían, de manera previsible, los hermanos "Díaz". En efecto, y no conformes con la necesidad imperiosa de controlar a Román, el "Loco" Díaz, entre los medios y la última línea del Gallo deberían "cuidar" de Rodrigo, el "Rengo" de los "Diaz Brothers", tarea que recalaría principalmente en Ariel Otermín, que lograría "desactivarlo" con acierto, más allá de alguna falta de timming en algunos intentos de anticipo defensivo, que terminarían en evitables faltas cerca del área de Sebastián Darío Peratta, facilitando el principal y único argumento para acercar peligro, por lo menos, hasta ese momento en que TODO (absolutamente TODO en la película) era propiedad del Gallo.
Tras la segunda emoción de Ariel Otermín, por un cabezazo quirúrgico en el área visitante, luego de un gran centro del "Kily" Adrián Peralta, el Deportivo Morón se iría al descanso con ventaja de dos y los merecimientos de una victoria parcial, cimentada en una gran actitud y el fútbol de su figura estelar y descollante, para redondear en lo colectivo, los mejores '45 desde hace muchos "episodios" a esta parte.
Tendencia fílmica que se mantendría por más de '20, a pesar del descuento de Román Díaz, cuando ya el encuentro se hallaba tres a cero, por otra habilitación fantástica de Gerardo Martínez, para la corrida y el remate goleador de Cristian Román Yassogna, tal su sana costumbre, ingresando franco por la derecha de la defensa rival.
Atribuible a un incipiente cansancio en sus principales actores, pero en particular, al primer acto de desatención de la doble línea de contención, tal vez propiciado por el reacomodamiento del mediocampo del Gallito, luego del ingreso de Emanuel Pío por Adrián Peralta, el primer descuento no habría de alarmar demasiado en los presentes, máxime cuando ocho minutos más tarde y sobre los '30 del segundo tiempo, el local alcanzaría una nueva diferencia tranquilizadora (??), a partir del penal convertido por Gerardo Martínez, tras otra "patriada" de Leonel Altobelli, que terminaría en claro penal y 4-1, además de la expulsión del defensa visitante, Sebastián Ibars, por doble amarilla.
Sin embargo, a menos de '15 para el final y cuando la historia parecía absolutamente resuelta, al igual que en esos "thrillers" hollywoodenses, el filme de la noche del Oeste viraría sorpresivamente hacia el "suspenso", cuando a los '37 del complemento, el "Loco" de Casanova volvería a descontar para Almirante Brown, luego de una acción desafortunada, en la que un rechazo defensivo largo de Nicolás Miguel Gásperi, habría de rebotar en la espalda de Cristian Lillo, cuyo rebote capitalizaría Víctor Meza, de frente al arco, para ceder por izquierda a un sorprendentemente solo, Román Díaz, como en un "Dejá Vu" de su primera conquista.
A esta altura, y ya sin el héroe de la noche en cancha, agotado de tanto "sacar a pasear" rivales y manejarse por toda la cancha, como el dueño absoluto del fútbol y la pelota, tres minutos más tarde del segundo descuento y, a pesar del jugador de menos, "Los Hombres de (Amarillo y) Negro" decididamente alterarían el argumento de la película y los ánimos de la multitud presente, cuando a falta de cinco para el "telón" de cierre y nuevamente por el sector izquierdo del desesperado ataque visitante, esta vez resultaría Walter Zunino, el encargado de pasar el filme del suspenso al drama, para colocar un 3-4 para el "infarto", y desnudar la mayor falencia local de la noche: la contención sobre el sector derecho de la defensa, donde Rodrigo Lemos (hasta hace poco, el más regular del equipo) no podría contener a nadie, máxime a partir de la "desaparición" por agotamiento de Cristian Yassogna, quien de hecho, finalizaría las acciones visiblemente acalambrado (y en un Morón, ya sin posibilidades de cambios).
Con cinco por jugar, más cuatro de descuento, la película del Oeste transcurriría entre el dramatismo y la ciencia ficción, con un equipo que por imperio de la extenuación colectiva, habría de perder el orden y la tranquilidad que lo caracterizara durante '75 de juego, aceptando por primera vez en toda la noche, un "golpe por golpe" al mejor estilo "Rocky", facilitando los embates finales y desesperados de la visita, tanto es así que, el último intento ofensivo de la noche, habría de jugarse en los pies de Bruno Centeno y que, por fortuna y justicia para el local y el resultado, hubo de definir como lo que es: un arquero (de vital importancia en lo suyo, en los minutos finales, para mantener en partido a la visita, hasta el minuto '49, ahogando por dos veces la posibilidad del quinto tanto, en sendos mano a mano con Lucas Sebastián Nanía y Cristian Yassogna).
Con el pitazo final de Lupani y los abrazos de los jugadores del Gallo, el "peliculón" del martes por la noche, en el Nuevo Francisco Urbano, habría de regalarle a la gente del Gallito, aquella sonrisa nerviosa y atemorizada que, de vez en cuando, son capaces de generar los buenos "thrillers" de suspenso.
Los mismos filmes que, minutos más tarde, generan un gran desahogo en los asistentes y los sacan "chochos" de felicidad del cine.
Con el argumento correcto, actuaciones individuales para el recuadro y 75 minutos de atención y actitud permanentes, el Gallo de Blas Armando Giunta redondeó su mejor actuación en mucho tiempo, para devolverle la esperanza a su gente y, fundamentalmente, demostrar que esta "historia" es posible y puede tener el "final feliz" tan esperado.
Este es el camino correcto, sin lugar a dudas. Ahora, a darle continuar a esta "peli", "próximamente", en Caseros.
Gustavo Adrián Requelme.
@elgallogustavo.
Foto: gentileza, Leonela Albañir.
Excelente historia y fue único vivirlo en vivo en la cancha más linda del ascenso. Concuerdo en todo, excepto en el rendimiento de Lemos, para mi sí tuvo una buena noche y los goles del rival pasaron más por virtudes de ellos que por desaciertos de él
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