Desde la llegada de Mario Grana a
la conducción técnica del Gallo, pero fundamentalmente a partir de concretarse
los previsibles descensos de San Telmo y Central Córdoba de Rosario, con el
consecuente y efímero respiro que ello significara entre los socios e hinchas
del Deportivo Morón, lo cierto es que el Gallito, más que evidenciar la
imperiosa necesidad de cosechar puntos, revela la aún más urgente prevención de
“tomar oxígeno”.
En efecto, y de cara al complejo
panorama que lo aguarda para la temporada 2013/2014, en lo que a permanencia en
la categoría se refiere, cada punto que logra sumar el Deportivo Morón, durante
este impensado fin de campaña, constituye una auténtica “bocanada de aire”,
dentro de un prolongado estado de asfixia que, dependiendo de la suerte y la
pericia para afrontar con acierto lo que se avecina, en el oscuro horizonte
deportivo del fútbol profesional, será subsanable sólo con un “nebulizador”
manual o una módica “mascarilla de oxígeno”, o en su defecto, de complicarse
aún más el cuadro, ya dependerá de la utilización de medios mecánicos de alta
complejidad, para evitar ingresar en estado de cianosis.
Ya en lo futbolístico, y tras el
paso atrás de la derrota en Vicente López, el Gallo recibía al “Cartero”, en el
anteúltimo partido oficial en el Francisco Urbano, con la necesidad repetida de
sumar de a tres, para achicar la brecha a futuro en los promedios, con sus
próximos rivales directos en la amarga pugna por no irse al descenso, en
particular con Barracas Central y Tristán Suárez, hasta la noche del último
sábado distantes ambos a doce puntos de Morón; entre aquellos equipos más
próximos en coeficiente, en la tabla más temida de la temporada venidera, que a
partir de julio o agosto próximos, encarnarán el primer objetivo futbolístico
de la campaña por venir, cuando de su alcance o superación dependerá en buena
medida nuestra salvación.
En un análisis general, debemos
admitir que, si bien al equipo se lo nota en un proceso de lenta y dolorosa
recuperación, o por lo menos de aprehensión de lo que el nuevo cuerpo técnico
pretende dentro de la cancha, el Morón que merecida y justificadamente venciera
a Comunicaciones, no dista demasiado desde lo táctico, de aquél que también le
ganara en el Urbano a Témperley; claro está que con una actuación bastante
menos lucida (si quisiéramos agregarle el tilde, también corresponde), y hasta
del aquél que, perdiese inmerecidamente con Atlanta, o que hasta el minuto 32
de la etapa inicial en Vicente López, igualaba transitoriamente en cero con el
“Calamar” de Pedro Damián Monzón.
Quizá, la única diferencia que pudiésemos
hallar entre las cuatro diferentes producciones de referencia, revista en la
capacidad y/o fortuna para encontrar los caminos al gol en ofensiva, antes que
el rival de turno y, en materia defensiva, mantener un orden sin fisuras ni
distracciones, para evitar “homenajear” al contrario, con algún “regalo”
irresistible en la última línea, dentro de un torneo de la “B” Metro tan parejo
hacia abajo, como pocos en la última década, donde la escasa diferencia entre
el triunfo o la derrota, puede estar dada simplemente por el usufructuo
integral del más mínimo yerro, con prescindencia de búsquedas y ambiciones
ofensivas, virtudes individuales o colectivas vinculadas al buen juego e
incluso merecimientos.
En efecto, y frente al “Cartero”,
el Gallo evidenció la misma búsqueda que ante Atlanta y sin embargo ganó y, al
mismo tiempo, no ofreció mucho más, que hasta la media hora del primer tiempo frente
a Platense, y en contraste no perdió.
En este punto, debemos resaltar
los segundos ’45 del Gallito ante “Comu”, pasaje que sin dudas exhibiera la
mejor producción desde la llegada de Mario Grana, donde a la mayor prolijidad
defensiva y la laboriosidad en el medio campo, que evidenciara el equipo desde
hace un puñado de partidos a esta parte, pudo sumársele una mayor ambición y
lucidez ofensivas, con algunos pasajes de buen juego y saludables sociedades
futbolísticas, una vez más y como punto de partida, a través de la muy buena
labor de sus hombres más jóvenes dentro del terreno.
En efecto y al igual que en el
triunfo frente al “Gasolero”, lo mejor del Gallo habría de darse entre sus
juveniles y más inexpertos protagonistas, con otra encomiable labor de Ariel
Omar Berón, quien en esta ocasión demostró virtudes con el balón no
visualizadas hasta el momento y un criterio interesante a la hora de
desprenderse en ataque para buscar el arco de enfrente. Asimismo, Luis Ferreyra
ratificaría una importancia en la contención, ya evidenciada en cotejos
anteriores, aunque ahora con el agregado de una saludable vocación de remontar
en función ofensiva el andarivel derecho del mediocampo del Gallito,
participando mucho más del juego y mostrándose de forma permanente como
alternativa de pase y rueda de auxilio para un incansable Martín Rodrigo
Granero y un errático y desconocido Dante Martín Zúñiga.
Párrafo aparte para la figura del
encuentro, en especial durante el complemento, donde se vería la mejor versión,
por lo menos hasta el momento, del “Oreja” Matías Exequiel Orihuela que,
evidentemente, por un proceso de convencimiento propio y a caballo de la
confianza ratificada por el técnico, comienza a demostrar las enormes
condiciones que apenas esbozara en Fray Bentos, en el amistoso de pretemporada
ante Danubio, a partir de una interesante combinación de sacrificio y talento,
para animarse a trepar con acierto y calidad para meter el centro o bajar a
colaborar en defensa, cerrando el lateral izquierdo, cuando el equipo o las
situaciones de juego así lo requieren.
Al mismo tiempo, en la columna
imaginaria del “haber”, del último sábado en el Urbano, no podemos dejar de
mencionar, una vez más, a Mariano Matías Martínez, quien además de aportar su
ya clásica prodigalidad al servicio del conjunto, aún a riesgo de un esfuerzo y
desgaste físico que luego muchas veces lo limita para su función primigenia,
dejó en clara evidencia que estamos en presencia de un jugador completo y notable,
propio de otra categoría; que esperemos pueda ser retenido por la dirigencia,
para continuar entre nosotros en la próxima temporada, ya que por juego y
personalidad dentro del campo, resultaría sin dudas de vital importancia para
alcanzar el éxito, en una de las campañas más complicadas para el Gallo, desde
1999/2000 a nuestros días.
Finalmente, resulta dable
subrayar otra acertada performance de Gonzalo Nicolás Juárez, erigiéndose
nuevamente en el patrón del área propia, que brillara por su ausencia en el
devenir de la actual temporada, y un regreso brillante y necesario de Alejandro
Esteban Migliardi, tras su ausencia forzosa ante el “Marrón” de Saavedra, quien
protagonizara dos atajadas de excepción para garantizar el imperioso triunfo
del Gallo, dedicada con especial justicia a aquellos dos o tres desmemoriados e
ingratos que, ante un par de inevitables goles en contra habían sugerido de
manera impertinente su jubilación anticipada, a un “Capitán Chiche” que, junto
a Damián Emilio Akerman (siempre cerca del arco de Otarola, aunque errático a
la hora de la definición ante el “Cartero”), han sido los principales
responsables para evitar que, tras dos campañas de descenso directo (máxime
combinadas), el Deportivo Morón aún se mantenga con vida en la primera “B”
Metropolitana.
En definitiva, tres puntos
vitales para un Gallo que comienza a evidenciar señales de mejoría en el juego
y fundamentalmente en el ánimo individual y colectivo, que representan
verdaderas “bocanadas de oxígeno” de cara a lo que se avecina, durante la próxima
y atemorizante temporada, que definirá si necesitaremos de algún “puff” para
mantener el aliento o directamente de la asistencia mecánica de mayor
complejidad, como para mantenernos con vida y en pelea.
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